La población que creó el cantón Cañar, se remonta a 2.000 años A.C., puesto que se evidencia una presencia humana en el valle de Cañar, quienes ocupaban pequeñas aldeas que eran integradas por sociedades agro alfareras, con una sociedad y cultura todavía simples, que fueron considerados por investigadores como el Narrío Temprano, que están caracterizados por una cerámica muy fina y especial; estos pueblos establecían vínculos y nexos de carácter cultural y comercial con regiones de la costa, norte de Perú y la Amazonía.
Esta es la introducción que me parece precisas para iniciar a redactar este reportaje, el cual es muy importante en esta edición de Diario Portada, ya que Cañar cumple un aniversario más de cantonización, para lo cual he dialogado con Mario Garzón, doctor en Historia, quien tocará varios puntos y aspectos importantes para la realización del mismo.
Poco a poco evolucionó este pueblo con sociedades más complejas dedicadas a la agricultura, con patrones de asentamiento nucleados y dispersos por todo el valle de Cañar, manifiesta Garzón, quien asegura que la presencia de estos poblados, se dieron en lo que ahora es la ciudad de Cañar por las condiciones ecológicas favorables que presentó la hoya del Cañar, ya que el terreno era sumamente fértil, productivo y aguas corrientes que circundan todo este valle. Junto a este periodo viene el Tardío de Integración, que según la arqueología se considera como Cazhaloma, donde se da un crecimiento demográfico, por la multiplicidad de material cultural que se han encontrado en este lugar; así como se evidencian restos de edificaciones de aldeas, que de acuerdo a las crónicas de Cieza de León, hablan que los cañaris tenían viviendas de forma ovalada y construidas de piedra y bajareque y cubiertas de paja.
Un periodo importante que generó profundas transformaciones de carácter socio político, económico y hasta religioso y cultural, fue la llamada la conquista inca, que se presume que llegó alrededor de 1470, donde el principal testimonio de la presencia de ellos, es la construcción del Castillo de Ingapirca, el cual se construyó sobre bases cañaris. Ya en los año de 1700 en adelante, se inicia un incipiente trazo de la ciudad de Cañar, que partió del modelo “tablero de ajedrez” que aplicaron los españoles en casi todas las fundaciones de las ciudades, como era la construcción de una plaza central y calles transversales y longitudinales, para dejar en el centro las dependencias como el Cabildo, Iglesia y tiendas de los avecindados.
Esto como un poco de la gran historia que tiene Cañar desde el punto de vista prehispánico. Ahora me gustaría pasar a revivir lo que fue la cantonización, gracias a todos los poderes políticos españoles que permitieron que esta población sea legalmente vista ante la República de Colombia. De esta manera el 25 de junio de 1824 Cañar fue establecido como cantón por el Senado y Cámara de representantes de la República de Colombia, quienes se reunieron en Congreso en la ciudad de Bogotá para que sea promulgada la Ley sobre División Territorial de la República. Pero poco tiempo después y al perderse o traspapelarse en Girón este documento que acreditaba a Cañar como cantón, se suprima este decreto; pero será en el 8 de septiembre de 1852, que Cañar sea promovido de nuevo a su antigua categoría de cantón, gracias a que la provincia de Cuenca ofrecía dificultades para la administración de justicia y ara el progreso de sus intereses locales.
Ya luego de este acontecimiento, que se favoreció para el desarrollo de Cañar, que según estudios filológicos, se presume que significa “el que va primero, el que está a la vanguardia”, vienen muchos adelantos, tal y como narra Garzón, quien asegura que en el año 1922 se realizó la formación de sociedad provisora de obreros, que eran integradas por todo tipo de personas, los más pudientes como quienes no poseían muchos bienes; de esta manera también iniciaron la llegada de las misiones religiosas a Cañar, como fueron los dominicos, jesuitas y concluyen con la presencia de los Calasanz, quienes son los más antiguos de esta zona. También se da el tema de la conformación de los talleres de artesanías, talabarteros, que proporcionan todo lo que tiene que ver con los aperos, monturas y otros implementos para los caballos, que fueron el único transporte que tenían los comerciantes y demás personas; así como zapateros, hojalateros, y demás constructores que permitían que sea mas cómoda la vida para los cañarejos.
De esta manera evolucionó Cañar, hasta convertirse en lo que es en la actualidad, un cantón que es el más extenso a nivel de la provincia de Cañar, pero Garzón confiesa que el crecimiento que ha sufrido esta ciudad y sus alrededores, ha sido muy desordenada y no ha existido un modelo arquitectónico especifico que se debe seguir, a pesar de que en el año 2006, él como director Regional de Patrimonio Cultural del Austro, pudo realizar un inventario y delimitación del centro histórico de Cañar, para que se pueda conservar la arquitectura singular que existía y para que no se implante los estilos de viviendas que se dan en la actualidad, como son que junto a casas patrimoniales, se construyen grandes edificios, los cuales rompen con la armonía de un centro histórico. Garzón aprovecha este reportaje para pedir a los organismos que ejerzan un manejo adecuado y un área de planificación, para no continúe la perdida de las características que siempre han llamado la atención a los turistas que llegan a este cantón.
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